A partir de ese día, Jesucristo comenzó a manifestar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y que las autoridades judías, los sumos sacerdotes y los maestros de la Ley lo iban a hacer sufrir mucho, que incluso debía ser ejecutado y que resucitaría al tercer día.
Mateo 16,21
Jesús de Nazareth Pasión
Tal vez ustedes han escuchado; La Pasión de Cristo, y como olvidar aquella película de Mel Gibson con ese mismo nombre. Esto es cierto, Jesús sufrió humillaciones, insultos, golpes, un sufrimiento que tú y yo no nos podemos imaginar, pero, ¿porque sucedió todo esto? Veamos antes un poco de historia, nos remontaremos al Antiguo Testamento, al libro del Éxodo.
Yavé dijo a Moisés y a Aarón, en el país de Egipto: «Este mes será para ustedes el comienzo de los meses, el primero de los meses del año. Hablen a la comunidad de Israel y díganle: El día décimo de este mes tome cada uno un cordero por familia, un cordero por casa. Pero, si la familia es demasiado pequeña para consumir el cordero, se pondrá de acuerdo con el vecino más cercano, según el número de personas y conforme a lo que cada cual pueda comer. Ustedes escogerán un corderito sin defecto, macho, nacido en el año. En lugar de un cordero podrán tomar también un cabrito. Ustedes lo reservarán hasta el día catorce de este mes. Entonces toda la comunidad de Israel lo sacrificará al anochecer. En cada casa en que lo coman ustedes tomarán de su sangre para untar los postes y la parte superior de la puerta. Esa misma noche comerán la carne asada al fuego; la comerán con panes sin levadura y con verduras amargas. No comerán nada de él crudo o hervido sino que lo comerán todo asado con su cabeza, sus patas y sus entrañas. Ustedes no guardarán nada para el día siguiente. Lo que sobre al amanecer, quémenlo en el fuego. Y comerán así: ceñidos con el cinturón, las sandalias en los pies y el bastón en la mano. Ustedes no se demorarán en comerlo: es una pascua en honor de Yavé. Durante esa noche, yo recorreré el país de Egipto y daré muerte a todos los primogénitos de Egipto, tanto de los egipcios como de sus animales; y demostraré a todos los dioses de Egipto quién soy yo, Yavé. En las casas donde están ustedes la sangre tendrá valor de señal: al ver esta sangre, yo pasaré de largo, y la plaga no los alcanzará mientras golpeo a Egipto. Ustedes harán recuerdo de este día año tras año, y lo celebrarán con una fiesta en honor a Yavé. Este rito es para siempre: los descendientes de ustedes no dejarán de celebrar este día.
Éxodo 12,1-14
Tome cada uno un cordero por familia. Los antepasados de los hebreos, cuando peregrinaban con sus rebaños antes de baja a Egipto, celebraban cada año la Pascua del Cordero. Lo sacrificaban en la primera luna de la primavera, periodo especialmente crítico para las ovejas recién paridas, en visperas de la migraciones primaverales. Y se mataba a uno para salvar a todos. El cordero escogido para la fiesta se guardaba algunos días en la misma habitación, para que se identificara mejor con la familia y llevara sobre sí los malos espíritus, las malas suertes, los microbios y otras faltas de todos sus integrantes. Luego, con su sangre se rociaban las tiendas de campaña, alejando de este modo los espíritus exterminadores listos para atacar a hombres y animales.
Al ver esta sangre yo pasaré de largo, vemos aquí como se cambia el sentido de la antigua fiesta. Dios se dice y se repetirá durante siglos, ha querido la Pascua en el momento de la salida de Egipto, cuando Él castigaba a los egipcios.
Es la Pascua de Yavé. La sangre del cordero, sella el pacto de Yavé con el pueblo al que viene a escoger en medio de todos los demás pueblos. En adelante, la Pascua será la fiesta de independencia de Israel, y Dios dispondrá que Jesús muera y resucite en los días de la Pascua. Pues la muerte de Jesús sella la Nueva Alianzade Dios con los hombres.
Comentario Biblia Latinoamericana Edición 1995
Los maestros de la ley, no quieren a Jesús
Como lo vimos en la página anterior: "Jesús de Nazareth Ministerio", Jesús predicaba a toda la gente, incluyendo a los maestros de la ley, es decir, a los sacerdotes del templo, quienes, varios de ellos no estaban de acuerdo con Jesús acerca de sus predicaciones, y querían perjudicarlo o hacerlo caer en alguna contradicción para que la gente no creyera en Él. Pero lejos de lograrlo, Jesús siempre les contestaba con autoridad y sabiduría, veamos un ejemplo:
Como Jesús estaba comiendo en casa de Mateo, un buen número de cobradores de impuestos y otra gente pecadora vinieron a sentarse a la mesa con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al ver esto, decían a los discípulos: «¿Cómo es que su Maestro come con cobradores de impuestos y pecadores?» Jesús los oyó y dijo: «No es la gente sana la que necesita médico, sino los enfermos. Vayan y aprendan lo que significa esta palabra de Dios: Me gusta la misericordia más que las ofrendas. Pues no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.»
Mateo 9,10-13
Muchos de los fariseos eran hipócritas, daban una apariencia por fuera, pero por dentro no tenían buenas intenciones. Jesús los evidenciaba, entonces a ellos no les convenía que Jesús hablara, pues decía la verdad, y tanto fue su odio, que planeaban matarlo. ¿Te das cuenta? lvarios sacerdotes de aquel tiempo no dieron lugar a la posibilidad de que Jesús era el Mesías del cual las escrituras hablaban, desde los profetas Isaías y Daniel.
Por lo tanto, ¡ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, que son unos hipócritas! Ustedes cierran a la gente el Reino de los Cielos. No entran ustedes, ni dejan entrar a los que querrían hacerlo. ¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, que son unos hipócritas! Ustedes recorren mar y tierra para ganar un pagano y, cuando se ha convertido, lo transforman en un hijo del demonio, mucho peor que ustedes. ¡Ay de ustedes, que son guías ciegos! Ustedes dicen: ?Jurar por el Templo no obliga, pero jurar por el tesoro del Templo, sí?. ¡Torpes y ciegos! ¿Qué vale más, el oro mismo o el Templo que hace del oro una cosa sagrada? ¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, que son unos hipócritas! Ustedes pagan el diezmo hasta sobre la menta, el anís y el comino, pero no cumplen la Ley en lo que realmente tiene peso: la justicia, la misericordia y la fe. Ahí está lo que ustedes debían poner por obra, sin descartar lo otro. ¡Guías ciegos! Ustedes cuelan un mosquito, pero se tragan un camello. ¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, que son unos hipócritas! Ustedes purifican el exterior del plato y de la copa, después que la llenaron de robos y violencias.
Mateo 23,13-17,23-25
Entonces uno de los Doce, que se llamaba Judas Iscariote, se presentó a los jefes de los sacerdotes y les dijo: «¿Cuánto me darán si se lo entrego?» Ellos prometieron darle treinta monedas de plata. Y a partir de ese momento, Judas andaba buscando una oportunidad para entregárselo.
Mateo 26,14-16
San Claudio de la Colombière (1641-1682)
jesuita
Reflexiones cristianas (Écrits spirituels, Christus n° 9, DDB, 1982), trad. sc©evangelizo.org
¿Razones para creer?
A los malos cristianos les falta fe y no lo niegan, sino que pretenden excusarse acerca de su insuficiencia para creer. Por eso es frecuente este discurso en su boca: “Si yo hubiera visto un milagro, sería un santo”. “¡Esta generación malvada y adúltera reclama un signo!” (Mt 12,39), los impíos buscan milagros. Lo más extraño es que aunque hayan visto varios milagros, que se hacen ante sus ojos cada día, que estén rodeados de ellos, no cesan de buscar más. Como los escribas y fariseos, quisieran ver milagros en el cielo, luego de haberlos visto en la tierra. Pero ni los muertos que resucitó el Salvador durante su vida, ni el eclipse del sol a su muerte, los hicieron fieles. Su envidia se volvió más fuerte, su odio más envenenado, llegando hasta la furia.
Cena Pascual, lo que conoces como Última Cena
Jesús cenó con sus doce apóstoles, para celebrar la Pascua, ¿recuerdas? hablamos de ella al inicio de esta página. Veamos qué es lo que sucedió en aquella cena.
Institución de la Eucaristía
Ahora veremos de dónde viene la parte más importante de la misa, ¡si!, ¡La Eucaristía! Jesús, durante la cena pronunció las palabras que ahora escuchamos en cada misa,
Mientras comían, Jesús tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Tomen y coman; esto es mi cuerpo.» Después tomó una copa, dio gracias y se la pasó diciendo: «Beban todos de ella: esto es mi sangre, la sangre de la Alianza, que es derramada por muchos, para el perdón de sus pecados. Y les digo que desde ahora no volveré a beber del fruto de la vid, hasta el día en que lo beba nuevo con ustedes en el Reino de mi Padre.»
Mateo 26,26-29
La oración del huerto
Jesús siendo verdadero Dios y verdadero Hombre, experimenta el deseo natural de escapar de la muerte, pues sabe lo que le vendrá, será mucho dolor por todos nuestros pecados, pero se somete a la voluntad del Padre, así que en un lugar llamado Getsemaní, ora al Padre, veamos que dicen las escrituras acerca de ello.
Después Jesús salió y se fue, como era su costumbre, al monte de los Olivos, y lo siguieron también sus discípulos. Llegados al lugar, les dijo: «Oren para que no caigan en tentación.» Después se alejó de ellos como a la distancia de un tiro de piedra, y doblando las rodillas oraba con estas palabras: «Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.» Entonces se le apareció un ángel del cielo para animarlo. Entró en agonía y oraba con mayor insistencia. Su sudor se convirtió en gotas de sangre que caían hasta el suelo. Después de orar, se levantó y fue hacia donde estaban los discípulos. Pero los halló dormidos, abatidos por la tristeza. Les dijo: «¿Ustedes duermen? Levántense y oren para que no caigan en tentación.»
Lucas 22,39-46
Toman preso a Jesús
Pues bien amigos míos, aquí es dónde Jesús comienza su sufrimiento por todos nosotros, como al principio explicamos: El cordero de Dios, como el corderito era asesinado pero antes lo maltrataban, pues ahora, Jesús va a vivir un dolor muy grande, no olvidemos que fue por nosotros, por Amor, por salvarnos de nuestros pecados.
Todavía estaba hablando cuando llegó un grupo encabezado por Judas, uno de los Doce. Como se acercara a Jesús para darle un beso, Jesús le dijo: «Judas, ¿con un beso traicionas al Hijo del Hombre?» Los que estaban con Jesús vieron lo que iba a pasar y le preguntaron: «Maestro, ¿sacamos la espada?» Y uno de ellos hirió al servidor del sumo sacerdote cortándole la oreja derecha. Pero Jesús le dijo: «¡Basta ya!» Y tocando la oreja del hombre, lo sanó. Jesús se dirigió después a los que habían venido a prenderlo, a los jefes de los sacerdotes y de la policía del Templo y los ancianos de los judíos y les dijo: «Tal vez buscan a un ladrón, y por eso han venido a detenerme con espadas y palos ¿Por qué no me detuvieron cuando día tras día estaba entre ustedes en el Templo? Pero ahora reinan las tinieblas, y es la hora de ustedes.» Entonces lo apresaron y lo llevaron a la casa del sumo sacerdote, donde entraron. Pedro los seguía a distancia.
Lucas 22,47-54
El Juicio de Jesús
Una vez que aprendieron a Jesús, los sumos sacerdotes lo enjuiciaron, esto ya lo deseaban desde hace tiempo, incluso querían matarlo, pero no lo hacian por miedo a la gente, pues ellos creían en Jesús, entonces al ver la oportunidad con Judas, no la desaprovecharon, entonces encontraron cualquier argumento injusto para conenarlo, pero como eran hipócritas, lo llevaron ante la autoridad romana, pues según la ley de Moises se les prohibía matar.
Cuando amaneció, se reunieron los jefes de los judíos, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley, y mandaron traer a Jesús ante su Consejo. Le interrogaron: «¿Eres tú el Cristo? Respóndenos». Jesús respondió: «Si se lo digo, ustedes no me creerán, y si les hago alguna pregunta, ustedes no me contestarán. Desde ahora, sin embargo, el Hijo del Hombre estará sentado a la derecha del Dios Poderoso.» Todos dijeron: «Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?» Jesús contestó: «Dicen bien, yo lo soy.» Ellos dijeron: «¿Para qué buscar otro testimonio? Nosotros mismos lo hemos oído de su boca.»
Lucas 22,66-71
Pilato convocó a los jefes de los sacerdotes, a los jefes de los judíos y al pueblo y les dijo: «Ustedes han traído ante mí a este hombre acusándolo de sublevar al pueblo. Pero después de interrogarlo en presencia de ustedes no he podido comprobar ninguno de los cargos que le hacen. Y tampoco Herodes, pues me lo devolvió. Es evidente que este hombre no ha hecho nada que merezca la muerte. Así que después de castigarlo lo dejaré en libertad.» [En cada fiesta, el gobernador acostumbraba a poner en libertad a un preso.] Pero todos ellos se pusieron a gritar: «¡Elimina a éste y devuélvenos a Barrabás! Este Barrabás había sido encarcelado por algunos disturbios y un asesinato en la ciudad. Pilato, que quería librar a Jesús, les dirigió de nuevo la palabra, pero seguían gritando: «¡Crucifícalo, crucifícalo!» Por tercera vez les dijo: «Pero ¿qué mal ha hecho este hombre? Yo no he encontrado nada que merezca la muerte; por eso, después de azotarlo, lo dejaré en libertad.» Pero ellos insistían a grandes voces pidiendo que fuera crucificado, y el griterío iba en aumento. Entonces Pilato pronunció la sentencia que ellos reclamaban. Soltó al que estaba preso por agitador y asesino, pues a éste lo querían, y entregó a Jesús como ellos pedían.
Lucas 23,13-25
Camino de la Cruz
Así que después de haber sido golpeado, humillado, herido gravemente, obliaron a Jesús a cargar su propia cruz, el sufrimiento era impresionante, cuando lo flagelaron, lo hicieron con un artefacto llamado flagellum.
Castigos en Roma
El instrumento utilizado para la flagelación, fue el flagrum taxillatum,que se componía de un mango corto de madera, al que estaban fijos tres correas de cuero de unos 50 cms., en cuyas puntas tenían dos bolas de plomo alargadas, unidas por una estrechez entre ellas; otras veces eran los talli o astrágalos de carnero. El más usado era el de bolas de plomo. El número de latigazos, según la ley hebrea, era de 40, pero ellos por escrúpulos de sobrepasarse, daban siempre 39. Pero Jesús fue flagelado por los romanos, en dependencia militar romana, según la costumbre romana, cuya ley no limitaba el número. Fuente: https://atlasdelabiblia.wordpress.com/el-castigo-romano/
Cuando lo llevaban, encontraron a un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron con la cruz para que la llevara detrás de Jesús. Lo seguía muchísima gente, especialmente mujeres que se golpeaban el pecho y se lamentaban por él. Jesús, volviéndose hacia ellas, les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloren por mí. Lloren más bien por ustedes mismas y por sus hijos. Porque llegarán días en que se dirá: «Felices las mujeres que no tienen hijos. Felices las que no dieron a luz ni amamantaron.» Entonces dirán: «¡Que caigan sobre nosotros los montes, y nos sepulten los cerros!» Porque si así tratan al árbol verde, ¿qué harán con el seco?»
Lucas 23,26-31
Jesús dijo: No hay amor más grande que aquel que dá la vida por sus amigos. Jesús sufrió por nosotros, siendo Dios, no se defendió para el perdón de nuestros pecados, ¿recuerdas? es el cordero de Dios, ahora sabes que es lo que sucedió, pero no acaba aquí, pues Jesús resucitó de entre los muertos para gloria de su Padre y también para nuestra salvación, y hasta la fecha, nos ama como aquellos días de sufrimiento. Dios quiere que nos salvemos, es decir, no quiere que el pecador muera, sino que se convierta y se salve, amigos, aun estamos a tiempo, Jesús nos espera para que dejemos en Él todas nuestras cargas, nuestros sufrimientos, pues la muerte no es el final, Cristo murió por nosotros, y más, resucitó por nosotros.
Cuando llegaron al lugar que se llama Gólgota (o Calvario), o sea, «calavera», le dieron a beber vino mezclado con hiel. Jesús lo probó, pero no lo quiso beber. Allí lo crucificaron y después se repartieron entre ellos la ropa de Jesús, echándola a suertes. Luego se sentaron a vigilarlo. Encima de su cabeza habían puesto un letrero con el motivo de su condena, en el que se leía: «Este es Jesús, el rey de los judíos.» También crucificaron con él a dos ladrones, uno a su derecha y el otro a su izquierda. Mateo 27, 33-38
Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien el amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre». Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.
Juan 19,25-27
Desde el mediodía hasta las tres de la tarde todo el país se cubrió de tinieblas. A eso de las tres, Jesús gritó con fuerza: Elí, Elí, lamá sabactani, que quiere decir: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» Al oírlo, algunos de los presentes decían: «Está llamando a Elías.» Uno de ellos corrió, tomó una esponja, la empapó en vinagre y la puso en la punta de una caña para darle de beber. Los otros le decían: «Déjalo, veamos si viene Elías a salvarlo.» Pero nuevamente Jesús dio un fuerte grito y entregó su espíritu.
Mateo 27, 45-50
Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús ?pero secretamente, por temor a los judíos? pidió autorización a Pilato para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se la concedió, y él fue a retirarlo. Fue también Nicodemo, el mismo que anteriormente había ido a verlo de noche, y trajo una mezcla de mirra y áloe, que pesaba unos treinta kilos. Tomaron entonces el cuerpo de Jesús y lo envolvieron con vendas, agregándole la mezcla de perfumes, según la costumbre de sepultar que tienen los judíos. En el lugar donde lo crucificaron había una huerta y en ella, una tumba nueva, en la que todavía nadie había sido sepultado. Como era para los judíos el día de la Preparación y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús. Juan 19,38-42
Llegada la tarde, Jesús se puso a la mesa con los Doce. Y mientras comían, les dijo: «En verdad les digo: uno de ustedes me va a traicionar.» Se sintieron profundamente afligidos, y uno a uno comenzaron a preguntarle: «¿Seré yo, Señor?» El contestó: «El que me va a entregar es uno de los que mojan su pan conmigo en el plato. El Hijo del Hombre se va, como dicen las Escrituras, pero ¡pobre de aquel que entrega al Hijo del Hombre! ¡Sería mejor para él no haber nacido!» Judas, el que lo iba a entregar, le preguntó también: «¿Seré yo acaso, Maestro?» Jesús respondió: «Tú lo has dicho.»
Mateo 26,20-25